De la mística de la maternidad a la desaparición del padre: Los mundos de Caraline.
imagen cogida de wadatinkerbell.wordpress.com
En estos días de nuevos y buenos desarrollos tecnológicos, llega a nuestras pantallas historias precedidas de buena voluntad, críticas excelentes y personajes no menos fascinantes. Esto es lo que ocurre con "los mundos de coraline" del guionista y ahora director Henry Selick, la fascinación y el preciosismo con el que construye los personajes no puede hacer desaparecer la historia.
Y la historia, ¿cual es la historia? pues la historia es algo conocida;
Coraline, hija única de 11 años de una pareja de profesionales ocupada
en la ardua tarea de mantener su trabajo, se aburre en su nueva casa y
echa de menos a sus antiguos compañeros de colegio.
En ese
deambular en su nuevo hogar y con su nuevo vecindario encuentra una
puerta que le lleva a otra versión de su vida, a una “realidad”
paralela.
A partir de
ese momento su vida va a discurrir entre unos canelones congelados y
maravillosas tartas caseras que le hornea su “otra madre” unos jerseys
viejos que hay que reutilizar hasta que su madre consiga la paga de su
último libro, y los modelos de plena temporada que su “otra madre” le
regala. Hasta aquí nada nuevo, ya se sabe que las madres profesionales
no les dedican el tiempo necesario a sus vástagos ya que se empeñan en
tener un trabajo que las alimente y las haga pagar las facturas.
Por otro lado
la mama abnegada resulta ser una bruja malísima que a cambio de un amor
incondicional e ilimitado pretende que Coraline renuncie a sus ojos y
se cosa unos botones.
Un amor de
madre tan tan desinteresado y entregado que requiere una contrapartida
igual desinteresada. Yo te doy todo a cambio de que tú me des tus ojos,
tú forma de mirar y tu autonomía.
En el mundo
de la mama perfecta, que hace la mejor bollería y te premia con los
mejores regalos, todo le mundo tiene botones en lugar de ojos.
En el mundo
de la mama perfecta no hay obligaciones, no hay que recoger la
habitación no hay malas caras cuando llegas tarde, pero tampoco hay
diálogo. A su amigo le han cosido la boca para que no pueda interrumpir
con sus opiniones y al papa, claro hay un papa, le tienen sometido a un
tercer grado para que no hable nada que no sea conveniente.
En definitiva el “otro mundo” no parece muy interesante, pero lo destacado es que en ambos mundos los papas juegan el mismo rol.
Mientras en
uno calla y aceptan el terror impuesto por la mama de los ojos de
botones en la otra realidad el papa esta casi desaparecido porque su
trabajo le absorbe muchísimo y no tiene tiempo ni siquiera para meter
los canelones en el microondas.
¿Porque será
que la batalla se libra siempre en el mismo lugar?: entre una mama
abnegada y una profesional, entre un amor de madre sacrificada y un amor
de madre democratizado.
Mientras tanto el amor de padre sigue intacto, es decir dependiendo de las relaciones que se establezcan con la madre.
El padre es
un personaje que pulula por el hogar apareciendo y desapareciendo sin
ninguna justificación, no se le requiere para la cotidianidad ni para
servir de fuente de afecto o cuidado.
Al igual que
en el burka social la madre debe asumir roles nuevos sin dejar de
asumir los viejos, los padres en cambio son inmutables. A pesar de los
cambios y las necesidades de los hij@s su función no varía.
¿Es posible
que estos guionistas y directores tan aclamados y reconocidos por
crítica y público, tan modernos y progresistas no se hayan dado cuenta
de ello? ¿O es acaso que lo que va bien en la taquilla es lo de
siempre?.
¿O quizás es
que no tenemos los mismos criterios de calidad para una película de
animación infantil que para las sesudas de los adultos? ¿Será que no
conocemos la influencia que ejerce el cine en el comportamiento humano?
En cualquier
caso, lo que parece obvio es que el amor abnegado y esencialista de la
maternidad dominante no es más que la otra cara de la paternidad
inexistente.
¿Podemos seguir planteando revisiones sobre la maternidad sin que ello conlleve también una revisión de la paternidad?
¿Podemos continuar exigiendo a mujeres y hombres un modelo dual que tan desgraciados nos hace?
Un modelo que nos aleja a hombres y mujeres y que nos hace más vulnerables.Nuria Roldán Arrazola
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