SISTEMAS ELECTORALES, PARTIDOS POLÍTICOS Y CACIQUISMO

Este mapa del caciquismo español fue publicado por el periódico satírico Gedeón.

Castilla La Mancha es la única Comunidad Autónoma que ha modificado su sistema de representación política sin consenso, fue la Sra. Cospedal quien enarbolando el populismo de la necesidad de hacer ajustes en los presupuestos público reducía, no los asesores o los coches oficiales de la Junta de Comunidades sino,  la representación de la ciudadanía de Castilla-La Mancha. Jaleada por el populismo y la cicatería de aquellos que nunca creyeron en la democracia y que les resulta incómoda la pluralidad de la ciudadanía por mor de las mayorías absolutas. Esa “reducción” tamizada de ahorro presupuestario, estaba llamada a darle la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas. No ha sido así, no solo para el bien de los ciudadanos castellano manchegos, sino para el bien de la democracia en sí y la erradicación del caciquismo tan presente en nuestras sociedades.

La denominada triple paridad del sistema electoral canario, es decir, que ambas provincias tengan igual número de diputados, que también ambas islas capitalinas tengan el mismo número de diputados y que la suma de los diputados de las islas no capitalinas sea el mismo que el de la suma de los de las islas capitalinas. Es  un sistema electoral que se fundamenta en la primacía de la isla frente a una realidad política mayor que sería la Comunidad Autónoma, con lo que esto conlleva de afirmación de la supremacía de lo territorial frente a lo político, o lo que es lo mismo el derecho de los territorios frente al derecho de los ciudadanos.

Nuestro sistema político es un lento proceso histórico derivado de una paridad más relevante aun, una paridad que ha sido muy difícil de conseguir: Un hombre un voto.

Las democracias occidentales han pasado de ser democracias censitarias, a  convertirse en democracias universales, es decir, todos los votos tienen el mismo valor, esto es en sí una auténtica revolución política y esa revolución necesita en estos momentos de una protección, máxime cuando estamos inmersos en un sistema bicameral que dedica una sola cámara legislativa a  representación territorial y un gobierno insular que protege los derechos de las islas.

Canarias debe dar un salto cualitativo en su democracia, por un lado en favorecer la creación de una realidad política más acorde con el interés común que es el interés de la Comunidad o Región frente al interés de la isla. No es de extrañar que los propios representantes políticos no tengan conciencia de la Región y anden más preocupados por “sus” votos que por el interés general representado en la Cámara Autonómica.

Por otro lado,  eliminar la preeminencia de las islas, frente al interés común de la Región, favorecería liderazgos políticos más democráticos y menos sospechosos de prácticas caciquiles y antidemocráticas que nos retrotraen a épocas ya superadas de nuestra historia.

La cuestión ahora es saber con precisión que esos mismos que utilizan el sistema electoral a su antojo, para organizar sus resultados electorales, deben ser los mismos que cambien ese sistema electoral. Canarias lleva más de veinte años con un mismo partido político en su Presidencia y una alternancia en sus alianzas que no han sido capaces de consensuar otro sistema de representación.

Los últimos resultados electorales: fuerzas políticas que quedan fuera de la representación parlamentaria con un número significativo de votos,  una  fuerza política nueva, anclada en un solo territorio, fruto más de comportamientos corporativos y artimañas lisonjeras que de una representación ideológica diferenciada, hace que sea imposible mantener el actual sistema de representación en nuestra región.

Los partidos políticos tradicionales no pueden seguir defendiendo una representación que les tiraniza y les hace dependientes de comportamientos caciquiles. Las nuevas fuerzas políticas deben hacer prevalecer su representación para garantizar que la nueva política tiene perspectiva, lo contrario sería abortar las ilusiones de cambio que la ciudadanía ha manifestado.

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Nuria Roldán