MERCADO DEL SEXO, ESTADÍSTICA Y SEXUALIDAD
Fotografia de Maite Muñoz |
Pese a que existen diferentes mercados del sexo, en particular el turismo
sexual, la prostitución transexual y la prostitución masculina, prácticamente
todos los clientes de los servicios sexuales comerciales en Europa son
hombres y en su mayoría las mujeres son las proveedoras.
El informe de Naciones Unidas (unodc, 2010) nos indica que el tráfico de
mujeres con fines de explotación sexual a Europa sólo cubre el 8% de la
demanda de prostitución en nuestras sociedades.
Una perspectiva histórica nos indica que en la década de los 40 el 70% de
los hombres adultos en Europa eran consumidores de prostitución, aunque fuera
de forma esporádica, dentro de una sociedad donde el dominio de la ideología
de la fidelidad era predominante y, por lo tanto el sexo fuera del matrimonio
sin pagar, era mucho menos habitual que hoy en día.
En la actualidad los porcentajes de consumo de prostitución en los países
de nuestro entorno se sitúan en el 20%: Suecia 13%, Los países bajos 14%,
Suiza 19% y España un 39%. (Leridon, 1998).
Parecería razonable pensar que la liberación sexual y el paulatino
abandono de la ideología de la fidelidad por la ideología del matrimonio
múltiple, reducen el consumo de prostitución, es decir, sociedades más
tolerantes, abiertas y responsables con sexualidades menos rígidas.
Ello no implica que el 8% de tráfico de mujeres sea aceptable por nuestras
sociedades occidentales que, hacen de la lucha por los derechos humanos y la
protección a la mujer valores preeminentes. El citado informe también nos
sugiere que los cambios que se producen en la trata de personas en los países
de origen tradicionales, a saber: Mayores niveles de conciencia en las
posibles víctimas, una aplicación más estricta y rigurosa de la ley y la
coordinación con los cuerpos de seguridad de los Estados receptores del
tráfico, así como el cambio de las condiciones de vida de los países de
origen, reducen de forma significativa la presencia de sus nacionales en nuestro
entorno Europeo.
Dicho esto, entiendo que las posiciones que vienen defendiendo las
organizaciones feministas, organizaciones sociales y la mayoría de nuestros
partidos políticos sobre la necesidad de abolir la prostitución, por el tema
del tráfico de personas, debe reducirse al hecho en sí de la violencia de
género que se ejerce contra esas mujeres.
Confundir el sexo criminal: la violación, la trata, la explotación
infantil, con la libertad sexual sería retrotraernos a situaciones del pasado
donde se liga la ética con la prohibición en lugar de unirlo a la liberación
que es lo suyo.
Los discursos sobre la sexualidad han sido, casi siempre, dogmáticos y
simplificadores; Como simplificador es pretender abolir legislativamente una
actividad que estamos viendo que persevera en el tiempo y que en la medida en
que no la tratemos seguirá oculta, y por lo tanto estigmatizando e
invisibilizando a aquellos que la practiquen, bien como clientes o como
proveedores. Amén de favorecer un caldo de cultivo para la explotación y el
maltrato.
Los países europeos estarán obligados a incluir en la medición del PIB los
ingresos por prostitución, en virtud del SEC (Sistema Europeo de Cuentas) por
ello el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (Prostitución, 2007) realizó
un estudio sobre el impacto que tendría la fiscalidad de la prostitución
sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones. El citado estudio mostró
que la regulación de la actividad de la prostitución conllevaría un potencial
de incremento de afiliaciones a la seguridad Social del 0,6% el IRPF se
incrementaría en un 0,85% y el IVA en un 0,78%.
Es evidente, para cualquiera que se acerque al problema desde la
racionalidad con afán de analizar y no pontificar sobre la sexualidad, que
visibilizar la prostitución colocaría en mejores condiciones de protección
social y de dignificación a hombres y mujeres que se dedican a esta rama de
actividad.
http://www.laopinion.es/opinion/2015/05/09/mercado-sexo-estadisticas-sexualidad/605492.html
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