MACHISMO, CAPACIDAD Y PERIODISMO Machismo, capacidad y periodismo
La incontinencia verbal de la presidenta en funciones del Congreso,
Celia Villalobos, ha vuelto a ser noticia. En el debate sobre la reforma
de la sanidad pública, la señora Villalobos adjetivó de machista al
diputado Martínez Olmos. No es la primera vez que la diputada Villalobos
es llamada al orden por su irrefrenable verborrea, e incluso existen
motivos para poner en cuestión su capacidad para el desarrollo de la
labor institucional. Siendo presidenta en funciones del Congreso, no
puede tomar parte en los debates parlamentarios.
Quizás la señora Villalobos se haya proyectado en la señora Mato,
puesto que ambas han ocupado la misma cartera, y a ambas se las ha
considerado de bajo perfil en el desempeño de ésta. Recordemos la
gestión de la crisis de las vacas locas que realizó la señora
Villalobos. Pero lo que me ha llamado más la atención han sido los
comentarios de los periodistas acerca de la conveniencia de utilizar el
machismo como argumento político, como si éste estuviese descatalogado,
trasnochado o careciese del necesario rigor científico.
Y es que, a mi entender, estamos asistiendo a un neomachismo que
denosta los análisis de género por considerarlos ideológicos y faltos de
fundamentación.
Para ir por partes, considerar a una mujer que ocupa un cargo público
no apta para el desarrollo de éste no es en sí machista: es una
valoración, un juicio que debe ir acompañado de rigor argumental. Lo
contrario sería una banalización de la vida pública o una consigna.
Lo que confiere a un juicio el adjetivo de machista no es el juicio
en sí, sino la argumentación, la dialéctica utilizada en la
configuración del juicio. Siguiendo con el ejemplo que nos ocupa, la
argumentación sobre la capacidad de Mato en el desarrollo de su
responsabilidad institucional va dirigida a su incapacidad para
vertebrar un discurso sanitario público fundado más en principios de
eficiencia sanitaria que en ocurrencias de conversaciones de pasillo, o
su incapacidad para liderar el debate público sobre la reforma de la
IVE, delegando su responsabilidad en el ministro de Justicia,
demostrando ella misma su incapacidad para delimitar lo que son
competencias claras de su cartera ministerial.
Ha habido otras ocasiones en las que se ha intentado denostar la
acción pública de una mujer política haciendo referencias a su forma de
vestir, de ejercer la maternidad o de relacionarse con los medios de
comunicación. Es en estos casos en los que cabe hablar de machismo:
cuando lo que nos determina mujeres u hombres, atendiendo a unos
estereotipos culturales, se traslada a lo público realizando un juicio
apriorístico sin fundamento ni rigor argumental. Son los pre-juicios,
fruto de mentes enfermas que no han aceptado la igualdad como un
principio rector de nuestra convivencia.
Es muy relevante que los medios de comunicación cuenten con
profesionales expertas en enfoques de género que no se hagan eco de
análisis torticeros, ni de consignas banales que rebajan el análisis de
la vida pública a meras conversaciones de café.
Hora es ya de que las redacciones de los medios cuenten con expertos
en igualdad de la misma forma que tienen expertos en Economía o
Relaciones Internacionales, porque no todos los periodistas saben de
todo.
Aunque estoy totalmente de acuerdo en el planteamiento general de tu artículo, difiero en el final porque no creo que el tratamiento de la información tenga que responder a críterios de género o sexistas, sino todo lo contrario. Me parece que hay posturas que se están dirigiendo a los extremos, desde los, y las, que se vuelven más papistas que el papa y por el hecho de ser mujeres tienen que ser tratadas con pinzas, hasta los que todavía no se han enterado de que aquí la excusa "es mujer" ya no sirve para dejar fuera de instituciones, trabajos, opiniones,.. a personas muy válidas. Saludos!!!
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