CAPITALISMO GLOBAL
Tienen razones los que convocan la huelga general y tienen razones
los que defienden que es necesario el duro ajuste en nuestras relaciones
laborales.
Nuestro marco de relaciones laborales viene determinado por los
pactos de la Moncloa, donde se pactaron salarios más bajos que nuestros
vecinos europeos pero más derechos o al menos, una razonable expectativa
de estabilidad de esos derechos.
Un marco de relaciones laborales que se mantenía indeleble a los
cambios mundiales por la protección que Europa tenía sobre sus
producciones y sus fronteras.
Fronteras que contenían el avance de países que hoy han dado un gran
salto, no sólo en su producción sino en sus formas de vida. Países de
los que hace unos años salían corriendo sus nacionales en busca de una
vida mejor. Los procesos de globalización han aumentado las expectativas
de los llamados países emergentes y políticos como Lula Da Silva,
recordemos que llegó a la presidencia teniendo como objetivo tres
comidas al día para todos los brasileños, han dado un vuelco en las
relaciones productivas y han generado unas fronteras más permeables.
La tan ansiada globalización hace que no todos progresemos al mismo
ritmo o ni siquiera progresemos como teníamos previsto. El análisis
histórico nos indica que los progresos sociales y económicos nunca han
sido homogéneos, ni tan siquiera vectoriales, se progresa con dientes
de sierra, o en el movimiento del sacacorchos que decía Marx.
Habría que preguntarse pues si era razonable mantener unos estándares
de vida a costa de que otros muchos no pudiesen comer tres veces al
día, es decir ¿podremos seguir produciendo y comercializando plátanos
sino tenemos subvenciones para ello? Recientemente el presidente francés
ha lanzado sus nuevas medidas proteccionistas para reactivar las malas
expectativas electorales, para ello promulga más protección. Protección a
los nacionales y a sus productos, lo que no deja de ser, desde mi punto
de vista, una cortedad de miras y una política desesperada para captar
votos desorientados.
Las cuestiones a dilucidar son si podemos seguir gozando de un
régimen de bienestar a costa de la pobreza de otros. Abrir el angular a
esta nueva realidad internacional e internacionalizada que nos obliga a
replantear nuestra forma de vida atendiendo a una universalización que
dará lugar a una ciudadanía globalizada, no sin los consabidos
sacrificios.
Nuria Roldán-Arrazola.
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