MADUREZ ACADÉMICA

 













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La madurez y la Academia no han ido siempre de la mano. La gala de los Goya, siempre polémica, como no puede ser de otra forma, no hace más que reflejar las tensiones necesarias del mundo del arte.
Alejada de algaradas y estridencias, el cine español demuestra la excelencia de su trabajo. El lento y callado trabajo de aquellos que, llevando muchos años en el negocio y habiendo demostrado su solvencia y coherencia profesionales, son diana de discursos tremendistas y excluyentes: o estás de acuerdo conmigo o estás en contra del cambio y del progreso en los medios de producción cinematográficos.
Los buenos profesionales de la comunicación recomiendan no hacer caso de lo que los discursos dicen, sino de la intención de esos discursos. Por ello un excelente conocedor de la industria cinematográfica, que lleva toda su carrera profesional dando valor al cine de autor, a la versión original, tanto es así que en sus cines no se venden palomitas, a pesar de los pingües beneficios que ello produce, entre otras cosas porque considera que distorsiona el ritual del silencio en las salas de cine.
El productor y distribuidor que tantas y tantas veces ha corrido el riesgo de producir guiones noveles y fuera de los circuitos y de los grandes nombres del cine sabe que no es fácil mantener una industria cinematográfica a contracorriente del apoyo institucional.
Enrique González Macho sabe la dependencia del cine de las subvenciones públicas, no sólo en España, sino en todo nuestro espacio europeo, y también sabe que esas subvenciones representan mucho más que apoyo económico.
González Macho, muy consciente de la inflexión de la red en la producción y divulgación del producto cinematográfico, no deja por ello de valorar que el proceso de transformación debe ser lento, medido y sopesado, y que la industria del cine no soportaría un salto en el vacío que tirase por tierra el lento entramado construido con tanto y tanto esfuerzo.
La polémica es saludable y productiva siempre, la constancia y la fortaleza en la toma de decisiones también lo es, aunque, a veces, se tilde de conservadurismo. La marginación institucional por la que algunos apuestan no deja de representar un riesgo no asumible en estos momentos. En ese sentido, el esfuerzo por mostrar a la Academia española como una institución dialogante e institucionalmente leal no debe confundirse con un amansamiento o sometimiento al poder político, sino, muy al contario, desde mi punto de vista el actual equipo dirigente de la Academia quiere apropiarse de su propio lugar sin ruidos o alharacas, dotando a la institución de una normalización y continuidad para que siga siendo posible su estabilización y por lo tanto su crecimiento como agente de interlocución solvente y rigurosa. Por de pronto la última de las galas nos ha dejado un excelente sabor de boca por la producción, por la excelencia de los resultados y por la solvencia profesional de los mismos. Se ha dicho que ha sido una gala poco reivindicativa, no sé si porque se ha gritado poco o porque no se atiende con atención. Para mi gusto la gala ha puesto en valor la necesidad de una educación pública para nuestros profesionales de la industria huyendo de otros modelos allende los mares.
Nuria Roldán-Arrazola

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