CUMPLIR LA SENTENCIA EDUCATIVA
La demanda presentada por un centenar de aguerridos y competentes
opositores que en 2009 vieron cómo la administración educativa canaria
los ninguneaba anteponiendo la antigüedad a la competencia como único
mérito para ocupar un puesto de funcionario interino ha dado como
resultado una sentencia muy esclarecedora en la que se considera nulos
de pleno derecho los nombramientos realizados por la citada
administración, por considerar que no se atienen al principio de
igualdad de mérito y capacidad que regula el acceso a la función pública
española. La sentencia no hace más que aplicar el principio de igualdad
que debe regir todos los actos de la administración pública y que
regula el artículo 14 de la Constitución. La obligatoriedad de todo
gestor público es acatar el principio de legalidad vigente, garante de
un Estado de derecho frente a un Estado estamental, donde los grupos
tienen prelación frente a los derechos individuales. No es una cuestión
baladí, sino, muy al contrario, el principio rector de nuestra
convivencia. Ante esta situación la actual administración educativa
canaria debe tomar decisiones de calado: por un lado, restituir los
derechos mancillados a los demandantes y aplicar la sentencia; y por
otro, derogar la normativa vigente que regula las listas de
sustituciones del personal interino de la educación pública en Canarias.
La política canaria debe poner pie en pared a los habituales usos
negociadores con unos sindicatos educativos que olvidaron que son
miembros de la sociedad civil, en lugar de sindicatos verticales
procedentes de trasnochadas situaciones políticas españolas. La sociedad
civil canaria debe exigir responsabilidades a los gestores políticos
que no aplicaron el principio de legalidad vigente y que conculcaron
derechos fundamentales como el de defensa de los ciudadanos y el
principio de igualdad que rige el estatuto de la función pública. Son
gestores educativos nacionalistas que hoy siguen desarrollando su
actividad política en la esfera pública, indemnes al desaliento de miles
de opositores canarios que han visto cómo sus derechos eran mancillados
en nombre de Canarias y de lo nuestro. Comportamientos de este calado
hacen que la ciudadanía desconfíe de los políticos y que designe a éstos
como principales agentes de los desaguisados de la administración.
Exigir responsabilidades a los políticos forma parte de las competencias
ciudadanas. El asunto es cómo llevarlas a cabo en una administración
completamente permeada por los intereses partidarios, que han convertido
a la administración en un búnker de defensa de los burócratas, en lugar
de espacio de desarrollo ciudadano. Los ciudadanos llegamos al
convencimiento de que, a pesar de ganar en los tribunales, no es posible
hacer girar los mandos de una nave que nos viola, encorseta, organiza y
domestica. La desmoralización está servida y los daños serán
irreparables, porque la confianza es el motor de una sociedad
humanizante y humanizadora. Con estas circunstancias, la nueva
administración educativa debe esclarecer si la convocatoria de
oposiciones (si se produce)va a tener presente la sentencia o no, pues
la norma actual es nula de pleno derecho. De que la normativa que
denunciaron los opositores era profundamente discriminatoria, no hay
duda. Cuando se discute lo obvio suele ser porque ni lo es ni se quiere
dejar que lo sea. El sometimiento al principio de legalidad no puede ser
elemento de negociación: discutirlo es no tener claro el Estado de
derecho.
Nuria Roldán-Arrazola
Si estos políticos de turno no reaccionan ni ante las resoluciones judiciales ¿en qué tipo de Estado estamos inmersos?
ResponderEliminarNo es el Estado sino el comportamiento torticero de los responsables políticos, burócratas y gestores que consideran que tienen el poder de hacer del Estado su rancho particular.
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