Políticamente correcto


Karl Marx: "cuando uno no sabe hacer política hace ideología".

Nos anuncia el portavoz del Partido Socialista Obrero Español en el Congreso de los Diputados el debate interno al que se va a someter su organización para intentar refundar el denominado Estado del bienestar.
Nos anuncia el señor José Antonio Alonso que van a hacerse las preguntas adecuadas para dar las respuestas idóneas a los ciudadanos.
Pero qué ocurriría sino hubiese preguntas adecuadas y, por ende, no hubiese respuestas idóneas.
Las preguntas que hicieron avanzar a la humanidad fueron preguntas fuera de los paradigmas habituales, incluso fuera de las coordenadas consensuadas por la comunidad científica; léase la teoría de la relatividad, que no pudo ser contrastada empíricamente hasta muchos años después.
La tarea que tenemos ante nosotros no es un debate a puerta cerrada ni un debate sobre proposiciones tautológicas, sino un debate extensivo, un debate al estilo de los senadores romanos, un debate coram populi, abierto al pueblos o de cara al pueblo.
Un debate sin tutelas y sin apriorismos tautológicos. Un debate que fuera de incorporar reflexión denota posiciones ideológicas, y ya nos decía Marx que cuando uno no sabe hacer política hace ideología.
La ideología es una visión distorsionada de la realidad, y por ello no solo nos aleja de cualquier respuesta idónea sino, y lo que es mucho peor, de cualquier pregunta que es inconveniente.
Volvamos pues a la irreverencia de lo políticamente incorrecto, de lo underground de los años setenta del pasado siglo.
El movimiento underground pretendió una democracia participativa y crítica que perseguía una forma de vivir en consonancia con una forma de reflexionar.
Las proposiciones tautológicas no han conferido nunca significado. Las proposiciones tautológicas han sido realizadas siempre ad hoc; es decir, primero se definían las respuestas y luego se hacían las preguntas acordes a las respuestas.
En definitiva, lo contrario al pensamiento experimental y científico propio de nuestro tiempo.
Solo el pensamiento mítico religioso ha permanecido en la certeza de lo políticamente correcto.
Las preguntas siempre irreverentes, y ya veremos cuáles son las respuestas.
En cualquier caso, la humanidad ha seguido progresando sin conocer muchas de las respuestas esenciales.
Conocer es el gran reto de la humanidad. Preguntarse es el primer paso para ello, aun a sabiendas de que lo relevante casi nunca es la respuesta sino el proceso del preguntarnos.
Preguntarse es la más vieja de las aficiones humanas; por ello debemos preservarlo como un bien de la humanidad.
Tutelar el pensamiento es una estupidez, encerrar los debates un no debate.
No, gracias.

Nuria Roldán-Arrazola.

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