LAICIDAD DE LA UNIÓN

concordato
Firma del primer concordato entre España y la Santa Sede.

La discusión sobre los orígenes suele ser bastante infructuosa, puede ir de la mano de opciones reduccionistas y nacionalistas que colocan la exclusividad y la pureza como elemento excluyente y determinante de la identidad. Por ello que el requerimiento que realiza la iglesia católica, junto con algunas opciones políticas de nuestro entorno, para la introducción de los orígenes del cristianismo como elemento esencial de la construcción Europea, no está refiriéndose  exclusivamente a unas creencias religiosas sino a un interés político.
Si bien es cierto, que la construcción Europea y el pensamiento científico debe mucho al cristianismo, no lo es menos, que el paganismo, el derecho Romano o la Filosofía griega son empresas de relevancia en la configuración de nuestro actual sistema de convivencia.
Sin embargo, ninguna de ellas reivindica su lugar privilegiado en una futurible Carta Magna Europea.
La iglesia católica en España tiene el record de ser la iglesia mejor financiada de Europa, ello podría deberse a dos elementos significativos:
Uno primero y fundamental es la posición privilegiada que le ofrece la Constitución Española, donde es reconocida como interlocutor singular con el Estado secular. Ésta excepción posibilita los concordatos y los acuerdos excepcionales para la prestación de servicios públicos con financiación del Estado, léase el concierto educativo. Por otro lado se asegura el control de la impartición del dogma cristiano con la selección y el control del profesorado de religión quien no responde al claustro ni a la dirección de los centros, sino a la Curia Romana.
En segundo lugar, la torpeza de políticos excluyentes, que para demostrar su denominado “izquierdismo” realizan campañas propagandísticas sin el  debido rigor científico y sin dejarse asesorar de las consecuencias que podrían tener sus excesos. Pueden hacen retroceder en la secularización del Estado y por ende a su laicidad, favoreciendo a una institución absolutista y atemporal que sabe esperar los momentos y aprovechar las oportunidades.
Es por ello vano luchar a la contra y si por el contrario centrar la reflexión, atemperar el mando y formular las políticas con rigor científico y mesura.
La cuestión no estaría centrada, a mi modo de ver,  en la supuesta deuda que la Unión Europea tiene del cristianismo, por las razones que antes he expuesto, sino en facilitar un marco de convivencia lo suficientemente respetuoso con los derechos humanos y civiles que queden asegurados para posibilitar el crecimiento de la pluralidad sin la renuncia a los consabidos valores democráticos. Fundados estos en la igualad de oportunidades y la libertad de credo.
Europa tiene grandes retos que enfrentar y estos no deben realizarse sobre la base de unos pocos sino de los muchos que hoy somos europeos, de los muchos que estamos dispuestos a arrimar el hombro para que nuestro modelo de convivencia siga siendo de tolerancia, sin caer en  los excesos del relativismo cultural, sino muy al contrario en la diversidad con un hondo respeto por los valores civilizadores de la libertad.
Valores que siempre han ido unidos al progreso cualitativo, es más no hay progreso social sin los valores de respeto, tolerancia y pluralidad.
La fortaleza de estos valores fue el caldo de cultivo para la creación de  un nuevo paradigma científico. El hipotético- deductivo, que es la base de la progresión científica y también ética.
Refrendar la autonomía del poder político es una labor científica de primera magnitud y una labor de compromiso moral.

Nuria Roldán-Arrazola

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