SUBVERTIR EL ORDEN SIMBÓLICO
El proyecto de Ley del Registro Civil en trámite parlamentario, pretende modificar la norma y la costumbre actual por la cual identificamos a un sujeto y la forma en la que se trasmite el parentesco en nuestra sociedad.
Una vez explicitado que los padres no son necesariamente los genitores(adopciones, fecundación “in vitro”,nuevas familias etc) y el hecho de que mujeres y hombres son sujetos iguales que crean y trasmiten derechos de igual manera,trasladarlo a la forma por la cual nombramos a los nuevos ciudadanos era una cuestión de tiempo que sólo los prejuicios y la ideología patriarcal nos pueden evitar analizar con claridad.
Sí ambos progenitores son iguales, la forma de nombrar al nuevo ciudadano/a atenderá al acuerdo entre las partes; Si no existiese acuerdo prevalecería el orden alfabético, elemento que podría mejorarse en el trámite parlamentario puesto que de quedar así no se daría lo que la reforma persigue, a saber, el acuerdo entre ambos, si no más bien que el apellido alfabéticamente anterior no estaría dispuesto a negociar y esto no favorecería el objetivo perseguido.
Las fórmulas para cambiar dicha situación pueden ser varias:
la creación de nuevos apellidos o el socorrido guión entre los mismos.
Por otro lado, las nuevas familias, fruto de segundas o sucesivas parejas, así como las familias homosexuales hacen confuso y engorroso el libro de familia como sistema de identificación.
La propuesta de la creación de un archivo personal que acompañará durante toda su vida al nuevo sujeto parece más práctico y seguro así como el hecho de la reafirmación del sujeto como unidad pilar de nuestro sistema jurídico frente a la familia como viene siendo habitual.
Ésta transformación es altamente relevante en una sociedad moderna donde los vínculos afectivos y familiares se realizan a través de la voluntariedad y los hábitos que el propio sujeto realiza y no a través de la consanguinidad o el linaje.
La consabida costumbre Hispano-Lusa de mantenimiento del apellido propio en las mujeres después del matrimonio, siendo un elemento relevante no es necesariamente transgresor con el orden imperante, puesto que en definitiva las mujeres portan el nombre de un varón, lo que acontece en este caso es que nuestro sistema actual el linaje se mantiene durante toda la vida y las mujeres no trasmiten su linaje pero tampoco pasan a ser parte del linaje de su marido.
El anteproyecto de Ley es claramente democrático y consecuente con una sociedad moderna y equitativa, en éste sentido acorde con los valores de los cuales nos hemos dotado y que son la fuente misma de nuestra convivencia.
Nuria Roldan-Arrazola
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